martes, 24 de febrero de 2015

Un gran líder, o muchos

Ayer vi la película Selma, que trata sobre una parte central en la vida y obra de Martín Luther King, la de su lucha por lograr el derecho al voto de la población negra en los Estados Unidos, y salí preguntándome por qué no podemos tener en México, en estas horas aciagas, un líder que pueda encabezar un gran movimiento de transformación nacional, como lo tuvo la India en Gandhi para su independencia de Inglaterra, o los negros de Estados Unidos en King para su lucha por los derechos civiles. 

Últimamente he hablado con mucha gente que quiere una transformación profunda en México y desea hacer algo para lograrlo, pero que, como yo mismo, no encuentra cómo; gente que quisiera ser parte de un gran movimiento social, sumarse a una lucha colectiva por un cambio radical que permita superar la profunda crisis nacional, que  ponga freno a la violencia inmisericorde que asola al país, que erradique la corrupción, la impunidad de los poderosos para hacer sus tropelías, que instaure un estado de derecho efectivo y no solamente para quienes pueden pagar por él, que ponga freno a tanta injusticia y abuso, que garantice los derechos de todos y todas en todas las circunstancias y sin demagogias, que detenga la destrucción del medio ambiente y la biodiversidad del país y la entrega de los recursos naturales a piratas modernos, que acabe con los poderes fácticos desde el narco hasta las televisoras, en fin, un cambio real y no más partidos cínicos y sinvergüenzas; pero prácticamente todas esas personas, como yo, se quedan inmóviles, rumiando el enojo, la frustración, la impotencia y la desesperanza  .

¿Por qué no podemos tener en México, en estas horas aciagas, un líder que pueda encabezar un gran movimiento de transformación nacional? Es una pregunta que muchos nos estamos haciendo. Pero me pregunto si es imprescindible un líder como Gandhi o King para lograr ese cambio que anhelamos ­no sé si la mayoría pero si muchísimos mexicanos­. ¡¿Y si en lugar de uno, surgieran muchos líderes en todas partes?! o mejor, ¿si cada uno encabezáramos ese movimiento?

La cuestión es que para que se de el cambio se necesita un proyecto que conjunte las voluntades y la energía de todos. Eso es lo que han hecho esos líderes en la historia: le ofrecen a la gente un proyecto en el que todos encuentran reflejados sus anhelos de cambio. No es cierto que si cada quien hace lo que le toca hacer vendrá el cambio anhelado. Ciertamente se requiere que cada una y cada uno haga lo que le toca, pero además se requiere que juntos empujemos al cambio deseado, porque hay otros que se benefician del estado actual de cosas y por supuesto que evitarán que ese cambio llegue. Lamentablemente se trata de una lucha de poder: el estatus contra una idea más o menos dibujada de un México diferente.

Lo que hace posible un movimiento social es un proyecto colectivo y lo que han hecho muchos de los líderes históricos es darle forma al anhelo compartido; pero si hoy no puede haber –por las razones que sean-­ ese líder, ¿por qué no trabajar en darle forma a ese proyecto?; creo que eso lo podemos hacer y entonces sí, con un proyecto común formar células en todo el país que empujen el cambio anhelado; sin necesidad de un líder como Gandhi o King o cualquier otro.

No nos quedemos atrapados en si será posible o no el cambio con estas elecciones o las de dentro poco más de tres años, es claro que por ahí no vendrá transformación alguna; los partidos políticos y la política actual están podridos, hay que depurarla de cuajo, pero eso no podrá ser hasta que venga el cambio; lo que yo estoy proponiendo es independiente de la dimensión electoral y con ello no estoy proponiendo ni que no se vote ni que se anulen los votos –aunque por cierto lo estoy considerando seriamente-.

Que cada quien haga lo que crea que es mejor con respecto a su voto; pero además, debemos ir construyendo un gran diálogo nacional para cambiar México a través de diversos medios, entre los cuales pueden estar las elecciones; pero no pensemos que nuevos diputados o senadores o nuevos gobernantes en nuestros municipios, estados o el país todo, serán los agentes de cambio alguno.

La construcción de ese proyecto enfrenta un escollo mayúsculo; una inmensa mayoría de mexicanos compartimos la convicción de que esto debe cambiar, estamos hartos, indignados, enojados, inconformes, dolidos, impacientes porque las cosas cambien; pero la mala noticia es que los mexicanos estamos profundamente divididos acerca del sentido y la naturaleza del cambio que queremos;  y esa es nuestra verdadera debilidad, por eso quienes tiene el poder real en este país actúan con tanta impunidad, porque saben que un pueblo dividido como el nuestro jamás reunirá la fuerza necesaria para echarlos.

México está dividió entre el norte rico y el sur pobre –y no sólo en sentido geográfico-; todavía hay rescoldos de las luchas entre liberales y conservadores del siglo XIX, aún no hay coincidencias sobre cómo debe ser un estado laico; hay también, aunque no se quiere reconocer, una lucha de clases más compleja que la que explican las teorías clásicas; muchos grupos enherbolan discursos democráticos pero se niegan a renunciar a privilegios absurdos disfrazados de conquistas laborales; los mirreyes de todas partes desprecian y maltratan a la prole y la prole responde con injurias y amenazas, y casi todos seguimos dándole la espalda a los pueblos originarios y dejando a su suerte al México rural y pobre; vaya si ni siquiera en nuestros vecindario, condominio o comunidad podemos convivir. Sí, estamos divididos frente a muchos temas y ante ello no podemos evadir una pregunta fundamental antes de decidirnos a luchar juntos por el cambio en contra de todos esos problemas que nos aquejan: corrupción, violencia sanguinaria, impunidad, narcogobiernos, ausencia de justicia efectiva y demás lacras: ¿podremos coexistir en paz, en armonía, construyendo una efectiva prosperidad, estando tan divididos? ¿Podremos poner a un lado nuestros prejuicios, dejar de negarle al que piensa diferente el derecho a pensar, sustraernos de desear su exterminio? ¿Podremos vivir juntos? como pregunto Alain Touraine hace tiempo.

Si no somos capaces de encontrar aquello en lo que podemos estar de acuerdo acera de un estado de derecho efectivo y reconocer que tenemos muchas diferencias y que tendremos que aceptar que sólo un México en el que quepamos todos podrá ser un México diferente ­más parecido al que anhelamos­, entonces sí hagámonos a la idea de que estamos condenados a esta postración.

Todo esto pensé al salir de ver la película de Martin Luther King, ¿por qué no podemos tener en México, en estas horas aciagas, un líder que encabece un gran movimiento de transformación nacional?; pero quizá no son líderes lo que nos esté haciendo falta, sino un proyecto alternativo de país en el que todos veamos reflejados nuestros anhelos y sea ese proyecto el que ejerza el liderazgo, y alrededor de él se formen miles de células en todo el país y logremos empujar de tal manera que todo aquello que nos tiene hartos caiga, a la vez que construimos un país diferente. Quizá lleve años esbozar ese proyecto común, pero no tenemos alternativa, o lo construimos entre los más y desde abajo, o los menos seguirán haciendo de las suyas.

En concreto mi propuesta es que hagamos el cambio desde abajo sin esperar que otros lo hagan; reunámonos con amigos, vecinos, compañeros, y ahí discutamos y acordemos lo mínimo en lo que podemos estar de acuerdo sobre lo que quisiéramos para México; que en cada barrio, centro de trabajo, escuela, comunidad, grupo de amigos, haya momentos de reflexión común sobre el México alternativo; y desde ahí vayamos generando espacios de conversación cada vez más amplios para ir juntando todos esos fragmentos de proyecto de país, de manera que esa misma reflexión conjunta nos lleve a tejer redes de empatía y solidaridad, células que empiecen a empujar por el cambio. No esperemos a que surjan líderes; pensemos en un movimiento amplio de múltiples y diversos liderazgos colectivos. Pero el objetivo debe ser claro: llegar a definir una idea de país en la que todos coincidamos ­un mínimo común denominador­, reconociendo que prevalecerán diferencias que quizá nunca lleguen a conciliarse; pero aseguremos lo básico en términos de estado de derecho efectivo, justicia verdadera, democracia real, derechos respetados, obligaciones asumidas, tolerancia cero a la corrupción y a la impunidad, limitación estricta de los podres fácticos y erradicación de complicidades criminales.

Si tú quieres un cambio, quieres hacer algo y ya te cansaste de esperar que otros lo hagan; promueve un grupo de discusión sobre el México diferente al actual que queremos, y luego busquen otros grupos y compartan con ellos hasta ir teniendo una propuesta común lo más amplia posible.

No podemos hacer el cambio si no tenemos y si no compartimos qué México queremos, hagamos el cambio desde abajo, aunque tome tiempo, nadie lo hará por nosotros; cada uno, pero todos juntos.



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3 comentarios:

  1. Excelente reflexión Gracias ¡ No solo necesitamos liderazgos colectivos sino también liderazgos compartidos¡¡ , en los cuales cada liderazgo individual actuando en un territorio o en un ámbito del conocimiento sea reconocido por el otro . Tenemos que vencer el gran ego en el que de una u otra forma estamos atrapados.

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  2. Comparto tus inquietudes y frustraciones querido amigo. Felicidades por la reflexión y a socializar las ideas en la familia, con los amigos, en el rabajo, en las ong .... no solo ahí ..... también en el mercado, en la iglesia, en el transporte público, en donde confluyan mexicanos sensibles. Mauricio Guerrero

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  3. Estimado Rafael, muy buena reflexión ojalá y nos vayamos sumando. El proyecto se antoja difícil pero ciertamente no imposible. Te agradezco la invitación a este espacio que espero siga creciendo. Te mando un fuerte y doble abrazo de felicitación: el que te debo por haberte convertido ya en doctor (después de tanto esfuerzo) y el que acompaña este esfuerzo que nos compartes. Gracias!! Sergio

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